Estoy como Borges cuando le llevaron toda una enciclopedia y no la podía leer debido a su ceguera hereditaria, él podía sentir los libros, tocarlos, tenerlos, disfrutarlos, de alguna u otra manera, estaban ahí y el con ellos.
Así estoy en estos días, tratando de recordar, dos tres movimientos de manos, dos tres movimientos de pies, dos tres movimientos a forte y mezzo forte, con gran alegría y con gran ceguera en el instrumento, además de sordera, por falta de tener entrenado el oído, ahora después de muchos años, a enfrentar esa sordera y esa ceguera.
Abrirme paso entre las notas entenderlas y entretenidamente tocar por gusto, tal vez vendrán unas cuantas de Bill Evans, otras de Brubeck, algo de Jazz, pero también algo impresionista con Tiersen y Satie, pero solo tal vez, depende de cuán abierto sea el oído y que tan exacto sea el ojo.
Por lo pronto hay piano en casa, hay un huésped, un inquilino inquieto que estará con nosotros acompañándonos muchas décadas a la familia, pasarán grandes y pequeños por su teclado, con su alegría llenará de sonoridad nuestro hogar, eso alegra el corazón.
Más música y menos conexión.