Fuera de todo protocolo que el cargo de Director de carrera exige, les puedo decir a mis queridas y a mis queridos alumnos de la carrera de derecho del Tec de Monterrey campus Guadalajara que fue todo un gusto el poder haber sido su director de carrera. Más que eso, me abrieron las puertas de su amistad, con el que pudimos hacer muchas cosas, fraguar proyectos y también el poder empujarlos a que fueran por más, su empuje y sus ganas de descubrir la vida y el derecho me los llevo como bandera.
Pero tengo que serles sincero, me desperté con esa pesadez de no saber si fue o no la mejor elección, dejo detrás las oficinas de dirección, donde siempre me podían encontrar –o casi siempre, me esmeré a que mi puerta siempre estuviera abierta, con la idea de poder escucharles y poder ayudarles en la capacidad de mis grandes limitaciones.
Esas limitaciones que hoy me exigen tener que tomar decisiones difíciles, como tener que dar un paso atrás en mi rol como director de carrera, una posición que exige dar todo de sí, y por ello no puedo ser yo en estos momentos. Ante mí se abrieron dos grandes proyectos, el primero y más importante el ser papá de una niña hermosa, y el otro, mi proyecto personal de investigación para obtener el grado de doctor en derecho.
No lo vean como una despedida ni como un hasta luego, continuaré impartiendo cátedra y seguiré perdiéndome y dando vueltas en mis clases, en las que me gustaría que se perdieran junto conmigo en el gran universo del derecho. Se quedan muy bien cobijados, aprovechen el tiempo como estudiantes que ese nunca regresa. Nunca pierdan la oportunidad de seguir aprendiendo.
Por mi parte fue todo, pero como siempre fue un gusto.
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