Hoy en día está en boca de todos, al menos en México, y algunos medios internacionales en los que escriben mexicanos, que el presidente de México López Obrador no ha hecho lo propio en felicitar al virtual candidato ganador de la contienda electoral en Estados Unidos.
Es interesante ver como dos puntos de vista colapsan uno con otro, por un lado la visión política y por otro lado el estructuralismo jurídico.
Desde un punto de vista puramente político, se condenará a López Obrador por no haber hecho lo propio y felicitar ya al virtual ganador de las elecciones, es decir, es el vecino y compartimos una agenda bilateral por compartir frontera, el no hacerlo nos pone en un grave riesgo político y estar al último en la agenda presidencial americana. El no seguir a los demás países en las felicitaciones nos aparta de esa visión dualista, poniéndonos de nuevo en ese “tercer mundo”.
Ahora bien, desde un punto de vista estructural jurídico, el no felicitar al virtual candidato hasta que las autoridades electorales lo hagan, conlleva esperar el nombramiento oficial, que debería ocurrir de manera pronta, y también conlleva respetar los procesos internos, es decir, darle valor a las leyes y a los procesos jurídicos. Es decir, actuar con respeto al estado de derecho.
Ambas visiones son válidas, y ambas visiones chocan, ahora bien, qué tiene que ver el derecho internacional en todo esto.
Si analizamos la política exterior de México, unas veces parece errática y otras parece ser muy acertada, lo cierto es que será duramente criticada la postura de López Obrador por no haber felicitado de manera inmediata al virtual ganador Biden, creo será crucificado bajo el lente de la visión política.
Sin embargo, hay una postura en política exterior que se ha utilizado de manera reiterada por parte de México bajo la administración de López Obrador, y es la libre determinación de los pueblos. Este concepto conlleva a su vez dos elementos, el de Cortesía Internacional y el de Soberanía.
Las reglas de Cortesía en el Derecho Internacional, requiere que cada país respete los actos de otro estado con independencia de las injusticias que esto pudiere provocarse dentro de cada país respectivamente, y no interferir uno con otro, aún y cuando existan dichas injusticias.
Sin embargo, justo como las obligaciones bajo el derecho internacional son compatibles con la soberanía de cada país, la interferencia de un estado con los asuntos internos de un país puede ser compatible con la soberanía de dicho país y su autodeterminación, tal vez, siempre y cuando la interferencia sea irrenunciable, debido a violaciones profundas a los derechos humanos, valorando la manera o la capacidad que tenga un estado en actuar de manera justa y constructiva en la interferencia con dicho otro estado.
Además, el esperar a que los resultados se publiquen de manera indubitable por parte de las autoridades electorales, en una elección tan reñida, la prudencia es buena, pero también lo es no inmiscuirse en los asuntos de cada país, el respetar la soberanía de EUA, conlleva a largo plazo que EUA respete la soberanía de México.
El pronunciarse como presidente de un país diferente a EUA, sobre quién ganó en las elecciones de otro país, pudiera entonces considerarse como una intervención activa en los asuntos de dicho otro país, actuar como si fueramos ciudadanos de dicho país.
Por un lado se puede justificar la actuación de López Obrador desde un punto de vista jurídico estructuralista si se quiere ver así, o por el otro lado se puede condenar desde un punto de vista puramente político partiendo de un liberalismo internacional, donde EUA es la esperanza política del mundo.
Muy interesante, saber mas, sobre política Internacional
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