Creo que el Mexicano es ruidoso por naturaleza, somos estruendosos, nos gusta que nos oigan y hacernos oír, no importa si nos entienden, no importa si nos escuchan, creemos que los argumentos se ganan si gritamos más fuerte, creemos que existe una mejor porra si hace más ruido, creemos que una campaña electoral es más poderosa si la masa grita más fuerte, creemos que la música solo es música si tiene más altos decibeles, llámese en el auto o en la casa, creemos que los autos son más poderosos si el escape y el motor genera más ruido, creemos que el ruido es la única manera de hacernos notar.
En fin, creemos que si hacemos más ruido nuestra existencia guarda cierta cordura.
Todo es ruido, cacofonía pura. Ruido onírico, ruido visual, ruido mental, nuestra ciudad, nuestra casa, nosotros mismos estamos llenos de ruido.
Se nos ha olvidado el silencio, la ternura del silencio y la paz del mismo. La quietud y la calma del silencio, el bajo decibel, la sencillez del silencio. En la música no solo es tocar notas, es también saber interpretar el silencio, su calma, su cadencia, su elegancia inaudita.
Estar callado en la mente, nos llenamos de pensamientos, de ruido, no nos callamos un segundo, la cacofonía pura de los pensamientos; del ruido, al callarnos, nos da miedo enfrentarnos al silencio, a una inexistencia exasperadamente callada, silenciosa, creemos que es la muerte. El ether.
Silencio, calma, quietud, y la silenciosa manera de hacer.
No se vea al ruido y al silencio como antagonistas, son manifestaciones del mismo fenómeno, la música, el ruido con el silencio se le llama interpretación, por eso la naturaleza al estar con ella no hay ni ruido ni silencio, hay interpretación.
El viento sopla y los árboles cantan, los pájaros se escuchan y resoplan, se deja escuchar el canto de la naturaleza. La pregunta es ¿cómo queremos interpretar nuestra música?, ¿cómo queremos interpretar nuestro silencio y nuestras notas musicales?
El silencio, es una forma de darle respiro a nuestra cacofónica interpretación de la vida.