Hoy aprovechando el buen fin pensaba en todas las cosas que puedo comprarme, otra tele, otros zapatos, otro celular, más cosas, todo superfluo, meditaba en el semáforo disfrutando de mi música y del aire acondicionado, tranquilo y casual.
Me rompió mi esquema un niño pidiendo dinero para sus zapatos, no cabe duda que soy muy afortunado que tengo demasiado, salud, familia, amigos, trabajo, y no sólo eso, tengo sueños y proyectos, puedo pensar hacia el futuro.
Juan, el niño que pide monedas para sus zapatos, tal vez no le queda más que eso esperar un alto el pasar de los autos y pedir dinero, solo en los cruces, sin amigos, trabajando bajo el sol y el calor de mediodía, con su mochila y su sabana enrollada a la forma de un saco de dormir, listo para acampar.
Obtuvo su moneda y me regaló una sonrisa, llena de sencillez, de bondad y también de alegría, quisiera por una solas monedas tener la sonrisa y alegría que exuda ese niño, en cambio con todo lo que tengo, no podría siquiera llegar a esa auténtica felicidad de Juan.