El agua…no hay

En esas vicisitudes de la vida, de un domingo rico después de una posada tranquila con amigos, ese líquido vital, que tanto recorre las calle de nuestras ciudades, en algunos puntos y de vez en cuando de día a día, uno de esos, no habrá, hoy nos tocó, no hay agua, así como el aire, damos cosas por sentado, se nos olvida lo cuan afortunados somos de cuantas cosas pasan por nosotros que tienen que suceder para que suceda.

El respirar, no solo es un acto interno, sino que alrededor exista oxígeno, el ver, la posibilidad de tener vista, el hablar y el poder tener salud, el crear un pensamiento, milagros que damos por sentado. La gasolina, que tiene que venir y refinarse a cientos de kilómetros, la comida, que viaja cientos de kilómetros a nuestra mesa, una logística impensable e inimaginable, muchas cosas las damos por sentado, como si las merecieramos, por nuestra simple y sencilla existencia.

¿acaso nos merece el mundo?, damos por sentado que todo debería estar al nivel de nuestras exigencias, a nivel de nuestras necesidades en el simple y sencillo instante en que necesitamos las cosas a capricho, se nos olvida la paciencia, se nos olvida que a veces las cosas tienen su propio flujo, no cuando nosotros forzosamente abrimos la llave saldrá agua, sino, que el agua saldrá si es el momento y habrá que aceptarlo.

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