Hablar de la Casa Blanca y del Palacio Nacional en estos momentos es tratar de caminar de puntitas, en un camino lleno de bombas de aproximación, pero bueno, nos gusta la adrenalina, porque después de ver las noticias y de leer libros de todo tipo, hay unas señales que veo que no me gustan mucho. Esto es la reducción de la libertad de los ciudadanos y por el otro lado el aumento de los poderes del ejecutivo, es decir, el aumento del poder del presidente de cada país.
Por un lado en la Casa Blanca, Trump se dice el presidente en tiempos de guerra, acá en México se habla de López Obrador como el mesías de la 4T, los males que hay en este mundo serán resueltos por ellos mismos.
Uno por su astucia como gran negociador, el otro como paladín de la honestidad inquebrantable. Ambos desencadenan un tono apocalíptico partiendo desde dos posturas, uno como un presidente que ya está en tiempos de guerra contra el entorno empobrecedor que dejó a Estados Unidos lejos de su Destino Manifiesto, el otro como presidente de un país resquebrajado por políticas neo-liberales que vienen desde el consenso de Washington que crearon un cáncer sin precedentes, dejando a un México desvalijado y desvencijado. Pero en lo que se unen es en su mesianismo en tiempos de pandemia con tintes apocalípticos.
Trump rememora a Bush en su guerra contra el terrorismo tras los atentados del 11-S, lo peligroso de ello es que busquen culpables, y si no los encuentra los inventan. Como es el caso de China, así como la Organización Mundial de la Salud, habrá culpables, pero nunca será él ni Estados Unidos, espero que esa invención de culpables no sea China porque sería buscar un pleito muy difícil de solventar, y ya vimos que el soft-power de China ante la pandemia ha resultado mucho más poderoso que el de Estados Unidos.
Obrador, por su lado, es el nuevo caudillo, rememorando a Krauze, sin dejar de lado que hemos tenido muchos caudillos en vez de Presidentes, pero creo que eso nos gusta, las respuestas que se vayan a dar no podrán venir de nadie de fuera, ni de empresas, ni de empresarios, estas respuestas tendrán que salir de él o de sus allegados, pero las fórmulas que tengan que estructurar no serán las que hemos visto con anterioridad, aceptar una respuesta diferente sería aceptar que la 4T está mal.
En ambos países, en estos tiempos de pandemia, encontramos que somos democracias cada vez más antiliberales por ese estado de urgencia, el cual si se prolonga en el tiempo, nosotros como ciudadanos veremos nuestras libertades cada día más restringidas.
El peligro en ambos, tanto en Palacio Nacional como en la Casa Blanca, es que se genere un estado absoluto de excepción, y que por tanto, se necesiten perpetuar los poderes absolutos al poder ejecutivo, con la idea última de extirpar el mal dentro de nuestra sociedad, este mal siendo el Covid-19 que le cae “como anillo al dedo” a ambos. Lo que veremos tanto en Palacio Nacional como en la Casa Blanca es la búsqueda de utopías, y cuando las utopías ideológicas se establecen en el gobierno lo que veremos como ciudadanos es una disminución clara de nuestras libertades.
Como apunta John Gray en su libro Misa Negra , “se produce una pérdida de libertad cuando una ideología utópica se hace con el poder en una democracia–como sucedió durante parte del mandato de la administración Bush–, ya que entonces se emplea el poder del Estado para enmascarar las deficiencias del propio proyecto utópico.”
Espero como siempre estar equivocado, pero veremos en nuestros días venideros tanto en México como en Estados Unidos, un aumento en los poderes del ejecutivo y una reducción sustancial de las libertades de nosotros los ciudadanos. Lo peor, es que no tenemos a dónde ir.