Morir como Celso

La muerte, ese misterio insondablemente enigmático, provocador de miedos y liberaciones. El misterio de la vida nunca estaría completo sin el misterio de la muerte, nos pasamos la vida queriendo entender qué es la vida y qué hacemos aquí, para después de un tiempo dejar de ser en esta existencia que llamamos vida.

Así andamos, pretendiendo que somos inmortales, pretendiendo que todo está bien, pretendiendo que tenemos planes para el futuro y que esos planes del futuro serán alcanzados, olvidándonos del siempre presente.

Pero Celso y su música colombiana en el mero Cerro de la Silla, ahí no, ahí siempre sonaba siempre presente su música, música que hizo bailar hasta el buen Gabo. La vida es bailar, es sentir, es vibrar.

Ya hacíamos poesía antes de aprender a hablar, ya hacíamos música antes de hacer poesía, el misterio de la música y del baile son tan profundos como la vida y la muerte, dos caras del mismo misterio.

Celso Piña es una inspiración, dejar una huella en este mundo y reírnos del misterio de la vida y la muerte, porque, –y esa es la paradoja–, ya muerto por lo menos alguién me recuerda en vida, y ¡qué vida y qué muerte!

Quisiera morir y ser recordado como Celso, con música y baile, con conciertos, con una multitudinaria danza en celebración de la muerte y de la vida. No vale la pena recordar en llanto, porque eso cualquiera lo puede hacer. Lograr que te recuerden bailando, eso solo pocos, muy pocos, como Celso.

Morir como Celso es voltear hacia atrás y sonreír por las flores sembradas en nuestro andar. Ir río abajo tocando cumbia sobre el río como el Rebelde del Acordeón. QDP

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