El día de ayer el mundo de alguna manera contuvo la respiración. La noticia de misiles atravesando el espacio aéreo de Polonia, y cayendo dentro del país e inclusive causando la muerte de un par de personas, llevó a una gran cantidad de especulación, inclusive la no descabellada posibilidad de una posible tercer guerra mundial.
El punto es tan delicado que Polonia y varios países se dijeron dispuestos a defender cada centímetro de su soberanía territorial, y establecer que en caso de que existiese algún daño lo harían pagar.
Como lo había mencionado anteriormente, para determinar una responsabilidad internacional de un país se tienen que analizar al menos tres elementos, la existencia de una atribución de la acción a alguien, segundo el incumplimiento de una norma, y por último la reparación del daño.
El caso de ayer con los misiles que cayeron en Polonia, y por lo delicado del asunto requería el establecer fuera de toda duda si los misiles fueron enviados por parte de Rusia, o por parte de Ucrania.
Lo anterior nos remite al caso del Canal de Corfu, entre el Reino Unido y Albania, donde Albania buscaba no atribuirse los hechos al poner bombas explosivas submarinas en el paso del Canal, y atribuir la responsabilidad a Yugoslavia. Sin embargo, en este caso, la Corte Internacional de Justicia determinó que los hechos eran atribuibles a Albania, por tanto era responsable de manera internacional al violar una norma de costumbre internacional, al final del caso en un tercer laudo se determinó la cuantía del daño.
Volviendo a los hechos en Polonia, el punto principal era el poder atribuir los hechos a alguien si era a Rusia, el caso podría escalar de manera rápida, sin precedentes. La otra, atribuir el caso a Ucrania, y tomarlo como fuego amigo, sin buscar por lo pronto alguna responsabilidad, que posiblemente la existe, pero tampoco se ve que se busque atribuir una causa indirecta a Rusia por los hechos. Sin llamar a una reunión de seguridad del artículo 4 de la OTAN ni un posible artículo 5.
Por lo pronto seguiremos con una tensa calma.
Derecho Internacional y otras ilusiones 